lunes, 28 de abril de 2008
Dos en Uno
jueves, 10 de abril de 2008
Manifiesto a la Libertad.
El tiempo no es tiempo sin los segundos que te atan a la realidad, como los latidos no son latidos sin un condenado corazón que sustenta tu existencia,
Pues mi vida no es vida sin la vocación del sentimiento, sin la expresión misma, sin la locura perversa adornada con malévolas palabras mal intencionadas que dejan rastros de conciencia en abnegados corazones.
Cuando fluyen los pensamientos, y el alma se separa del espíritu, en ese momento, cuando escribo y no percibo mis emociones hasta que las noto reflejadas, puedo decir que existo, mientras tanto creo vivir y soñar obedeciendo, pensando lo que nos dicen que pensar. . . así como la belleza está en los ojos de quien la mira, la libertad comienza con el pensamiento, cada uno es dueño de lo que cree y considera construir.
By Javier Aramburu
miércoles, 9 de abril de 2008
Una historia común y corriente
El tipo llegó al parque, estaba muy oscuro, pero no le importó, tenía mejores cosas en que preocuparse. Se sentó en un banquillo, estiró sus piernas, y del bolsillo sacó un cigarrillo, con la esperanza que con el podría recuperar la cordura, y de paso el aliento. Estaba desconcertado, no lograba encontrar una explicación a tal suceso…
Se resignó a vagos recuerdos, que de por si no eran propios, eran espasmos de locura reflejado en una viciada realidad, de la cual no podía asimilar.
Lo curioso es que el parque seguía cubierto de una profunda he intranquilizante oscuridad, sólo se contemplaba un viejo farol, donde las polillas jugaban a dominar la incandescente esperanza, y pese a cualquier intento de posarse en los maltraídos cristales, rápidamente eran alejadas por un agobiante calor, las mas necias, arraigadas en la lucha, continuaban posadas en esa miniatura de sol, luego eran consumidas por el posicionado incandescente, cayendo al vacío, un suicido premeditado.
La pequeña Mariel saca de su bolso unos cigarrillos muy finos, y le dice al tipo: “No seas mal educado cariño” y depositó su vista en la profunda oscuridad y vuelve a resonar tal sensual e intranquilizante armonía: “¿no me ofrecerás fuego?
El tipo saca de su bolsillo una pequeña caja de fósforos, tenían las iniciales de una conocida marca de cigarrillos, la abre y retira el último cerillo, lo mira atónito, recordaba perfectamente que la caja estaba llena hace un instante.
La muchacha lentamente toca los dedos del tipo, el cual sólo intentaba buscar una explicación a lo inexplicable, lo mira y le quita el fósforo, lo roza en el banquillo y surge un perfecto rayo de luz, acompañado de una llama azul.
La nena prende su vicio, y se sienta al lado del tipo, que seguía mirando el suelo sin entender absolutamente nada.
La muchacha se sorprende, y rápidamente desvía su mirada al infinito, como si hubiera pensado que el tipo no sería capaz de enfrentarla.
“Soy Mariel, gracias por presentarte, pensé que eras mudo o algo así, ¿Qué te ocurre?”
La miró nuevamente, y esta vez la nena se mostró desafiante, entrando en un juego sensual de miradas pasajeras, luego el tipo toma la mano de la nena, y le dice: “creo que tienes frío, permíteme abrazarte”.
El se acerca y la abraza, ella no reacciona, sólo siente en sus orejas la respiración de tal sujeto, como los latidos de su corazón aumentaban su frecuencia cardiaca, y comenzó a sonrojarse.
Entiende que esa situación no es normal, pero tampoco le desagrada, mientras que el tipo apoya su cabeza en los hombros de la bella Mariel, y la abraza lenta y sostenidamente, como si se aferrara a un amor inexistente.
El tipo accede, le quita el cigarrillo a la amable y desafiante nena, da dos reconfortantes aspiraciones y lo lanza a un basurero, notando que habían 19 cerillos tirados en el suelo, los observa desconcertadamente, y es apresurado por la bella chica, que entumida suplicaba por una taza de fresco café.
El dolor se acrecentaba a medida que mas intentaba buscar una explicación a lo ocurrido, en eso se le ocurre mirar al costado, observa una bella repisa con muchísimas fotos alrededor, comienza a contemplarlas desde su postrada posición, cree verse en ellas.
Se levanta súbitamente, es el con una bella muchacha, con rostro muy cálido y una mirada angelical, aparece con unas preciosas criaturas en distintos cuadros, en la playa, en el campo, en comidas familiares y de trabajo...
No entiende absolutamente nada, y se dice a si mismo: “esto es un sueño, lo mejor que puedo hacer es recostarme y dejar que esto termine”
Se acuesta nuevamente, se pregunta quien puede ser esa bella mujer, y que relación podría tener con ella. En eso, se abre la puerta de la pieza, un niño muy feliz corre a sus brazos que intentaban protegerse de inesperada sorpresa… el pequeño le pregunta como durmió.
Se va del departamento con ese nombre entre cejas, y observa que es muy tarde, cerca de las 3 de la mañana de un día lunes, ve un banquillo muy acogedor e intenta entender la extraña experiencia que acababa de vivir, en eso, fija su mirada en un viejo farol, mientras busca sus cigarrillos.
By Javier Aramburu G.
lunes, 7 de abril de 2008
Sin Reconocimiento.
Acrílico sobre tela, Andrés Hermosilla 2008.
Súbito cambio ya quisiera yo. Pero en lo sutil de mi mente, en lo tenue y sigiloso de mis deseos sigue vigente, aunque mis manos se rindan, aunque mis ojos y mi frente caiga, la ilusión de niño sigue ahí, aunque el mundo diga lo contrario y los acontecimientos no hagan factible lo imposible. El arte, las letras, el amor son para mí cosas, subjetivas, distintas, propias, como mi percepción, como mis ojos, como mi mente, es por eso absurda la pasión en un par de manchas, es por eso ridículo catalogar de grandiosa la mera estética lingüística, la simple estética grafica que puede mostrar una armónica composición de manchas y colores. Una silueta, un timbre y esos ojos que pueden consumirte, por siempre aunque nada ocurra, por siempre aunque no haya respuesta, por siempre aunque jamás tenga sentido. Porque es propio, como lo que digo, como lo que muestro, como lo que soy, vivo y creo.
Película: Por amor al arte
Por amor al arte
En oposición a lo que escribí ayer, ahora quiero comentar una película llena de manipulación, demasiado fuerte para un tipo como yo.
La película se llama “por amor al arte” y podría clasificarse en tres etapas, la primera es un llamado al amor, la segunda es un proceso de transformación y para cuando vez el final un proceso de experimentación, y la tercera parte es una revelación perversa de las verdaderas intenciones de la chica Evelyn para su tesis de Arte.
El film en si te va transformando el pensamiento y las percepciones amorosas, los cambios que se producen en una persona cuando esta adquiere confianza y seguridad, partiendo de la realidad de un joven reprimido por las apariencias.
La bella chica que sin ordenar directamente, induce ciertos cambios en este joven, transforma radicalmente al condenado tipo, logrando que baje de peso, se arregle el pelo, se opere la nariz, se tatúe el miembro, y todas sus citas eran grabadas en señal de revelación a las reprimendas sociales.
Esta chica además de transformarlo, es capaz de manipularlo al punto de separarlo de sus amigos “moralistas”, de generar un cambio radical en su persona…
Pero la tercera parte es impresionante, la verdad que demasiado cruel y asquerosa, la chica manipuló a este joven como si moldeara una obra, con el único fin de presentar la “evolución” del chico en un auditorio lleno de alumnos universitarios como su proyecto de tesis.
No quiero entrar en detalles, solo espero que piensen en dos cosas, la primera es que no duden en verla para que sientan esto, lo segundo, pónganse en el lugar de este sujeto, que al final de la película es un ser totalmente distinto, imagínense como se sentiría pasar por ello, sobre todo al momento de mirarse, en realidad debe ser repugnante, digno de cometer homicidio.
Y lo último que pido es que se fijen es en la mutación de géneros, vale decir como evoluciona la película a medida que se pasa por las tres etapas que dije.
Les dejo una ficha técnica:
Dirección y guión: Neil LaBute.
Año: 2003.
Duración: 97 min.
Drama.
Interpretación: Gretchen Mol (Jenny), Paul Rudd (Adam), Rachel Weisz (Evelyn), Frederick Weller (Phillip).
Producción: Neil LaBute, Gail Mutrux, Philip Steuer y Rachel Weisz.
Música: Elvis Costello.
Fotografía: James L. Carter.
Montaje: Joel Plotch.
Diseño de producción: Lynette Meyer.
Dirección artística: Christopher H. Lawrence.
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Saludos!
Javier Aramburu García
domingo, 6 de abril de 2008
sigo esperando..
Estaba ahí postrado en la rutina, viviendo de destellos felices, siguiendo caminos recorridos mil veces, una y otra vez, el silogismo simple, banal, sin explicaciones a la existencia.
¿Había algún motivo lo suficientemente resistente como para sustentar una existencia sin la rosa de los vientos?
¿Hay alguna forma de sostener una cabeza loca, quizás muy reflexiva, como para darle rienda suelta a las siluetas del amor?
Lo único cierto, entre tanto desconsuelo, es la creencia de que todos tendremos un momento de gloria, pero cuando llega la caída libre de los sentimientos, pareciera que aquello nunca llegará, una visión fatalista del corazón.
Al parecer razón y verdad no entran en este esquizofrénico juego de continencia emocional, pero creía que podría ser cierto, juré a Dios que algún día te tendría, me propuse encontrarte, te diviso en los sueños, pero no llegas.
¿Dónde esta mi mujer de ojos de rubí?
¿Dónde esta mi razón para dormir feliz, y levantarme con el deseo de tenerte de nuevo, una y otra vez?
¿Podría Dios darte una dirección equivocada de mi corazón?
¿Te has tardado por el tráfico conmensurado de emociones pasajeras?
Te sigo esperando, desde mi niñez y ahora juventud, espero no criar canas para tu llegada, porque el tiempo es muy rápido, y no se si aguantaré mucho más.
Desde ya te amo, te recuerdo, sin conocerte te deseo, con miedo y con locura, desde ya sufro con nuestro adiós, y si bien no entiendo mi propio corazón, te prometo que siempre te seré fiel, y pasado el día de mi muerte te seguiré recordando, quizá con la misma sensación de hoy, esperándote una y otra vez.
By Javier Aramburu García
Soy un Virus...
Conozco el dolor desde niño, cuando bajaba corriendo, afiebrado, hacia la costa de las aventuras, y me encontraba siempre con esa cárcel de rutinas en que consiste la vida, porque estamos aquí en donde todo es dolor, y todo nos resulta gratis, porque el sol se quema todos los días como un bonzo que se suicida con tristeza, en donde las sonrisas terminan siempre en puñaladas, y en donde el primer pez que tuvo hambre se convirtió en asesino, el dolor de estar aquí en donde los pájaros aprenden a leer y escribir las leyes que prohíben volar.
Esos viejos, flacos y orgullosos, en el supermercado, arrastrando el carrito vacío con los ojos bajos y en silencio, porque ellos creen que el silencio es de bravos.
Esos viejos muertos de hambre que trabajaron toda una vida y no se roban ni una uva, esos viejos que se cruzan con un muchacho rubio de pelo largo que no los ve porque va pensando en el futuro, porque este es un mundo de jóvenes que olvidan su origen y de viejos que no recuerdan el destino.
Pero si las moscas usaran corbata, si las balas cantaran, si el cielo sacudiera su viejo culo azul, y las ventanas católicas de los edificios explotaran, igual habría un anciano babeando fantasías sobre las piernas de una muchacha, e igual habría todos esos tipos con caras de clavo sonriendo por las calles del mundo.
Un hombre sufriendo porque nadie le habla o nadie le toca, y solo le cabe recordar; o las camareras de los bares nocturnos de polleras cortas, que van naufragando entre las brumas del deseo, o las conversaciones de mis amigos que antes soñaban ser héroes, y ahora cobran un sueldo, les están inyectando la jeringa del miedo en las venas del mundo.
Yo tenía veinte años y siempre estaba borracho en una pieza mugrienta, viendo reflejar mi rostro sobre las frías paredes del mundo. Ahora tengo casi sesenta, y nunca lo vi, nunca vi a un hombre encendido y llameante, a un hombre que cuando levantara la mano para encender un cigarrillo yo viera en sus ojos, los ojos de un tigre, asechando en el viento al paso del tiempo para matarlo, siempre vi los ojos del miedo, siempre vi los ojos tristes de la nostalgia.
¿Has encontrado a Dios?
by Javier Aramburu (recopilacion del disco la tabare riverock)