lunes, 23 de junio de 2008

Cuento


Era una fría tarde de invierno, los parajes sureños estaban opacados por una intensa lluvia que no cesaba, habituándose a la tierra, todo verde y barroso, conjugaban una armonía insospechada de locura que se reflejaba en una pequeña casa, la más alejada de todo el pueblo en lo más alto de una colina.

Un viejo salió de esa pequeña casa, miraba el horizonte y se quedaba paralizado ante esa lluvia y frío devastador. Corría un viento que probaba la resistencia del bosque, sólo se escuchaba su cántico penetrador, mientras el viejo cargaba un saco con algo muy grande y brilloso dentro. Se acercaba al barranco donde habitualmente se desasía de lo inútil de su hogar, viejas ropas, basura, en general todo lo que no servía para nada.

En eso se le acerca una cabra negra y lo contempla, mientras el pobre ya no tiene fuerzas para mover un clavo. Seguía arrastrando el saco hasta que llegó a la orilla, lo abrió y comentó al viento: “bueno, nunca me serviste, quise esperar por si algún día te necesitaría, pero ya ni se como usarte, creo que ya no me sirves...” carga entre sus brazos un gigantesco corazón, uno que nunca usó y se dispone a lanzarlo, como lo hizo con todo lo que no servía.

La lluvia caía tan fuerte, y la cabra se asomó a la orilla, como esperando que el anciano terminara su tarea. El viejo no quiso esperar más y dio fin a su propósito, mientras soltaba su viejo corazón no se percató de la posa que estaba en frente de el, y cayó junto con su viejo y olvidado estropajo, rebotando una y otra vez, hasta llegar a una roca, dónde quedó agonizando. La cabra bajó y muy curiosa comenzó a lamer el corazón, tímidamente le daba mordiscos y empapaba su hocico de sangre, y el viejo mientras vivía los últimos segundos de su vida, trató de espantarla con un grito que fue inútil. Terminó siendo devorado igual que sus esperanzas.





JAVIER ARAMBURU G.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy en pleno periodo de examanes pero prometo leer todo e incluso escribir cuando la tormena acabe.

Saludos

zupah dijo...

Afortunadamente no todo en la vida es corazón y esperanzas, porque o sino probablemente ese "saco" pasaría lleno.

Saludos

Anónimo dijo...

espero usar mi corazon y no querer abandonarlo... me gustaria una explicacion para entender el final, o tener la interpretacion correcta. Respecto de los "simbolos" del final, ciertamente me gustaria comentarlos contigo.

Saludos!

Javier Aramburu (GURU) dijo...

La verdad, querido contertulio, es que los símbolos son más evidentes de lo que piensas.

Un saco grande: representando todo lo que una persona puede dar.

Un gran corazón: lleno de bondades que nunca verán la luz.

El clìma: cuando no hay esperanzas.
un viejo, años sin encontrar a Safo

Una cabra: la muerte, el odio, la angustia y la pena.

pd: debo reconocer que estaba en pleno odio a mis idealizaciones, sobre todo amorosas.